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Una buena poesía. En centímetros

jueves, 24 de junio de 2010

Descargar Anatomía de Chapa

Ya os pedeis descargar mi libro "Anatomia de Chapa" desde el enlace que aparece en el blog. Lo dicho, el que lo quiera en papel que se ponga en contacto conmigo. Un saludo

DESCARGAR ANATOMÍA DE CHAPA

martes, 22 de junio de 2010

La Francés

Empezamos a beber cuba litros de Vodka con naranja, era puta mierda pero también era lo único que no te mataba del todo, y que cojones, con 20 años puedes beber ácido de batería o incluso chupitos sin morir. Yo llevaba puesta una camiseta con una Anarquía y desde que entramos a nuestro medio palacio empecé a cantar y a dar saltos. La culpa era de Oscar, no paraba de pinchar a Siniestro, Ilegales, Los Enemigos, Parálisis Permanente, La Polla, Kortatu… Parecía que había estado mirando dentro de mi caja de cintas aquella misma tarde. Había una chica, a la que le sorprendió que conociera todas y cada una de las canciones y que cantase todas y cada una de las canciones y que me bebiese todos y cada uno de los cuba litros que llegaban a mis manos. Vamos que creo que la sorprendí. Cuando llegó el momento de cerrar nos despedimos de Oscar y Lola y decidimos (decidieron) que fuésemos a una discoteca: Arena. A mi no me gustaban las discotecas pero tampoco me podía ir a dormir. Una vez en la calle, se me acercó la chica sorprendida y me dijo que como era posible que conociese todas aquellas canciones, “bueno las he escuchado mucho, supongo”. Era delgada y bastante guapa, llevaba puesto un vestido largo de punto ajustado de color gris y resaltaba sus fantásticas tetas. Estaba acompañando a una amiga de clase, ambas eran de Cheste. Alguien trajo un coche y nos metimos los 6 o 7 que estábamos, ella se subió encima de mí. Durante el trayecto me contó que estaba estudiando en Francia y que había venido para el verano. Estudiaba Filosofía o filología o algún tipo de mierda relacionada con las letras, nada que me interesara demasiado en aquel momento. Llegamos a la discoteca y aparcamos a tomar por culo de la puerta. Bajamos del coche mientras seguíamos hablando. Había visto mi camiseta de anarquía y empezó a hablarme de Camus, de Sartre y de unos rollos que yo no entendía, iba algo borracha y me confeso que ella no solía beber. Llegó un momento en que nos dimos cuenta que nos habíamos separado del resto y que además estábamos lejos de la discoteca, en evidencia nos enrollamos. El calentón era considerable, por lo que propuse que nos fuéramos a mi habitación en la residencia de estudiantes. Yo tenía un plan. Cogimos un taxi (creo haber dicho ya que no tenia un puto duro por lo que pagó ella) y llegamos al Jaime I. Allí no dejaban entrar chicas por la noche y había un portero que dormía en la entrada. “Espera aquí un momento” le dije. Llame al timbre: “buenas noches/buenas noches”. Subí los escalones de 5 en 5 y me dirigí a la primera habitación que encontré. Nadie. ¡Joder! Fui entrando en todas las habitaciones sin éxito. Estaba todo el mundo de fiesta. “No puede ser, mierda”. Cuando estaba a punto de rendirme, me acerque a la triple y allí encontré a Carlitos. Dormía. Me acerque a el y le dije, “tío, necesito que vayas a la cocina y rompas algo para que pase a una tía que me esta esperando en la puerta”. Su respuesta fue tan ininteligible como poco satisfactoria. HIJO DE PUTA DESPIERTA QUE TENGO UNA TÍA MÁS CALIENTE QUE LA PUERTA DEL INFIERNO ESPERÁNDOME. Respuesta: balbuceos… vino… mucho… no bebo mas…cabrón…un pedo. Aproveché la ocasión para darle un par de hostias que nunca vienen mal y que seguramente merecía. Una vez sosegado decidí intentarlo yo mismo. Baje sigilosamente las escaleras y llegue hasta la puerta de entrada, abrí y llame a la francesa. Todo iba sobre ruedas, hasta que entró en el recibidor y sus tacones empezaron a resonar como nunca antes habían resonado unos zapatos. “Mierda”. Llegamos hasta la escalera justo antes de escuchar la voz del portero. “No te pares”, le dije. Pero aquellos tacones iban destrozando con sus voces todo mi plan B. El silencio era mi plan B, nada mas alejado de aquellos zapatos caros, zapatos seguramente muy franceses. Nos atrapó en el tercer piso y nos saco a la puta calle. “Mataré a Carlitos, lo juro, aunque sea lo ultimo que haga, lo despellejaré vivo, eso no se hace Kopón”. “Si conoces algún hotel, yo tengo 3000 pesetas”, dijo la francesa de Cheste. Pero yo no conocía ningún hotel. “¿Y que hacemos?”, en evidencia, nos enrollamos. Estábamos en la puerta de la residencia apoyados en un Renault cinco rojo (mentira, no me acuerdo) dando un recital de morreos y magreos a todo aquel que quisiera mirar, que a esas horas eran bastantes. Aquello no tenia freno estábamos los dos realmente cachondos. Yo le metí la mano por debajo del vestido buscando unas bragas que me parecieron bastante francesas al tacto, y ella por su parte me desabrocho los pantalones buscando con autentica necesidad mi polla (muy poco francesa por su parte). Aquello se nos estaba yendo de las manos porque, para más INRI, estábamos debajo de un foco. La gente que pasaba cerca de nosotros nos miraba y ya empezaban a hacer corrillos. Eso no podía seguir, al menos no allí. Haciendo un alarde de voluntad, le dije que parara para ir a algún sitio más íntimo. Ella no quería, Francia había calado totalmente en ella. La separé un poco de mi y me miró con una cara entre odio y lascivia que casi me hace eyacular. Andamos hacia unas calles más oscuras apenas cien metros en las que paramos constantemente a meternos mano de la forma más primaria y elemental. “Tengo las bragas empapadas”, decía. Aquellas bragas tan francesas. En uno de aquellos arrebatos no aguantamos mas y caímos sobre otro capó (no diré ni marca ni color, para que mentir) y seguimos como dos animales lúbricos, saciando nuestras bocas. Ella no estaba dispuesta a que yo le parara los pies una vez más y me tumbó en aquel coche color… en aquel coche (no creo que sea necesario hacer literatura de un coche en este momento), me desabrochó los pantalones, me sacó la polla y empezó a chupármela. Ya no había nada más que decir, era una chica muy persuasiva. Cerré los ojos y me abandoné en el pensamiento de lo grande que era nuestro país vecino, en como es capaz de sacar el potencial putil de cada mujer, tanto autóctona como invitada. Si hay algo realmente destacable de los pirineos para arriba es el nivelazo que tienen a la hora de crear autenticas zorras. Francia impone carácter y aquella niña buena de Cheste era el más claro de los ejemplos. Francia, que gran país de putas, cuanto que aprender. La chica sabía lo que hacía. No recuerdo donde me dijo que estudiaba pero la Sorbona era la única opción posible dentro de mi cabeza, o alrededor de ella si se me permite la licencia. Así estaba cuando unos gritos me sacaron de mis meditaciones felacionales. Abrí los ojos y pude observar como en los balcones y ventanas de los edificios se asomaban cuerpos de estudiantes jaleando la excelente maniobra amatoria a la que estaba siendo expuesto. Era un publico entregado, pude ver también como había algún grupo en la acera de enfrente uniéndose a la fiesta. Mire para abajo y vi como mi compañera de reparto además de comerme la polla como una autentica necesitada tenia la mano en su coño. Y allí la dejó hasta que el orgasmo la hizo flaquear y se cayó al suelo. Me guardé mis atributos y la levanté antes de que otro galán de los que por allí pululaban se ofreciera cortésmente. Saludamos a los aficionados como se hace en la opera y nos largamos como un dueto triunfador, ellos nos tiraban flores y halagos. También nos pidieron los bises. Ella volvió a decir lo del hotel y lo de sus flamantes 3000 pesetas. También dijo que tenia condones, solo dos dijo, pero bastarían ya que su tren salía en un par de horas. Yo seguía sin conocer ningún hotel, por lo que decidimos que volver a la discoteca era la mejor opción. Entramos y buscamos a su amiga. No tardamos demasiado en encontrarla. Mientras hablaba con ella yo escudriñaba el local en busca de algún rincón donde culminar aquella noche. Lo encontré y volví a por ella. “Tenemos media hora”, dijo. “Nos da tiempo hasta para fumarnos un cigarro y charlar de lo nuestro”, dije con total estupidez, pero la chica no estaba para bromas y casi me empujó hacia la oscuridad. Yo me senté en una especie de banco y ella se puso frente a mi despatarrada. Aquello estaba lleno de gente, pero para nosotros se había convertido en un aliciente más. Nos debíamos a nuestro público. La diferencia era que esta vez todas las parejas que había allí estaban en lo mismo que nosotros. Le bajé el vestido por arriba y dejé al aire sus grandes tetas, que contrastaban con su delgadez. Empecé a lamerlas y estrujarlas mientras sus manos quitaban los botones de mis levis por tercera vez aquella noche. Cuando notó mi polla de nuevo puede ver como sus ojos brillaban en la oscuridad. “Que putón, gracias Dios mío”. Estiró un poco el brazo y cogió con una mano su bolso mientras con la otra aferraba mi miembro. Estaba sacando un condón para ponérmelo cuando apareció su amiga por detrás y le toco en el hombro. “Ha dicho nosequien que nos acerca a la estación, nos tenemos que ir”. “No puede ser. ¡Y ahora que hago con esto!”. Ella se guardo de nuevo sus fabulosas tetas mientras una lágrima se deslizaba por mi mejilla. “¡No es justo, esto no es justo, joder!”decia yo, mientras intentaba acoplar mi erección a los vaqueros. Nos levantamos y nos acercamos al grupo que nos esperaba entre risitas. Miré al capullo del coche con todo el odio del que fui capaz, seguramente mi polla dentro de los calzoncillos también lo señalaba acusadora, y nos despedimos la chica y yo casi a la francesa, como si no hubiese pasado nada. “Oye si quieres te llamo y quedamos otro día” me sentí obligado a decir. “No te molestes, lo que ha pasado ha estado bien y punto”, contestó con todo su Cheste natal y con toda su Galia adoptiva. “Me encanta Francia y sus finales”.
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martes, 15 de junio de 2010

Anatomía de Chapa

Hola a todos los que dedicais un minuto de vuestro tiempo a este Esgarracolchas. Os dejo la biografía de mi libro (Anatomía de Chapa). En unos días colgare el archivo para que os lo podáis descargar gratis, si alguien estuviese interesado en tenerlo en papel que mande un mail.
Gracias.

Chema González Arroyo (1974-1988). Ser automático nacido en la localidad de Madrigueras a la tierna edad de 22 años. Llevó una vida monacal y asceta hasta que murió con 14 años recién cumplidos; el mismo día de su cumpleaños (6-10). Hoy habita en nuestros corazones y en Internet como entelequia, adoptando la personalidad de Esgarracolchas. Ser ufano y malicioso capaz de las mas aberrantes suposiciones. Este es su primer episodio del que podréis disfrutar y sufrir en cuanto terminéis esta absurda autobiografía. Poneos los guantes.
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

miércoles, 9 de junio de 2010

Braguetazo

Era verano, el verano más caluroso que recuerdo. Aunque siempre digo lo mismo cada año.
45 Grados. ¿En qué puto infierno estaba? En esa ciudad en llamas no había nada que hacer. Pero había una chica. Siempre hay una chica. Ella no era gran cosa, más bien feilla pero funcionaria.
Esperamos hasta la noche, y salimos a cenar. Todo era perfecto. El vino hacía el efecto euforizante que se le reconoce en nuestras cabezas. Demasiado temprano para ir a la cama, demasiado calor también.
Decidimos tomar algo en un garito cerca de su casa.
El sitio era bastante decente, parecía que no hacía mucho que había abierto y la música estaba bien, nada de esa mierda de tecno. Me gustaba.
Nos dirigimos al final de la barra, cerca de la pantalla de ordenador que hacía las veces de DJ y pedimos un ron con cola cada uno. Estaba realmente bien servido aquel combinado que tantas veces había bajado por mi garganta. Si, cada vez me gustaba más aquel lugar. Parecía que al fin habíamos encontrado un sitio donde poder aliviar uno de nuestros vicios compartidos la morena y yo.
Al cabo de un rato mi vejiga comenzó a dar síntomas de necesitar una tregua, pedimos otro y aproveche el viaje hasta el lavabo para inspeccionar a la fauna. No era muy numerosa pero si heterogénea, ya que estaba formada por una mezcla entre Heavys y raperos. Todos ellos muy jóvenes. Éramos los que más clase teníamos con diferencia.
Seguimos charlando y bebiendo el rato suficiente para que nuestra euforia se transformara en excitación. Decidimos largarnos de allí. Mi chica fue al servicio mientras yo pagaba. ¡¡Dios!! Estaba tan excitado que se me hizo eterna la espera.
Cuando volvió la besé como un galán de película y los dos salimos de allí pisando los egos de aquellos pobres mortales que nos miraban con rostros estupefactos. Desde luego teníamos mucha clase.
Llegamos al portal y volví a besarla. Parecía tan caliente como el asfalto de aquella ciudad. Sin poder separar nuestros labios llamamos al ascensor y entramos en él con los ojos cerrados. Entonces los abrí un momento para mirar a mi feilla (pero funcionaria) y….

¿Que cojones es esto?

En aquel instante lo entendí todo. Retrocedí hasta el momento en que ella salió del servicio y pude ver una por una las caras de los chicos y chicas que había en el bar. Lo que en un principio me pareció envidia pasó a ser vergüenza ajena, lo que creía que era admiración se convirtió en asombro, las lágrimas que quise que fueran las de una fan cerca de sus ídolos eran de risa (de descojone más bien).

Seguía sin poder espantar la mueca de asombro de mi rostro haciendo flash back sin parar.

-¿Que ocurre?, ¿Porqué pones esa cara?

La chica que (aunque feilla) yo consideraba como perfecta acababa de descender a los infiernos, ya que de la parte trasera de su pantalón salía una tira de papel del culo (porque del culo salía el papel) que llegaba hasta el suelo.
Yo solo podía pensar en nuestra salida a lo Tarantino de aquel antro (que por supuesto jamás volvería a pisar) mientras ella decía: ¡Ah esto! ¡Me pasan mucho estas cosas!

Yo por mi parte intentaba no pensar en la argamasa que sujetaba el papel al tanga y al culo, propiamente dicho.
Mis peores sospechas se hicieron realidad cuando al intentar desprender la tira de celulosa, esta estaba más reliada de lo que debiera.
A partir de ahí yo tomé la decisión de no mirar mientras escuchaba las risas de ella pensando en lo cómico que era todo aquello. Esto no me puede estar pasando a mi y pensaba: “Madre del amor hermoso que tendrá ahí metido”.

Ahora estoy conduciendo de nuevo hacia mi pueblo. Creo que le extrañó un poco que le dijese que iba a por tabaco ya que no fumo pero las caras de unos niñatos riéndose de mí y la posible inconclusa defecación adherida a aquel trozo de papel pudieron con mis planes de braguetazo, ya que aunque algo feilla la chica era funcionaria.
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miércoles, 2 de junio de 2010

Bingo

Cartones de bingo guillotinados, mancillados por rotuladores mal heridos y gotas de Gin tonic. La Gran dama de rimmel encostrado y crujiente, mancha un Winston con pegotes de carmín cuando profana su boca de media tarde y menopausia. Rubia y voluminosa melena leonada de rulo y diez minutos, dientes amarillos con bordes marrones nicotínicos y aburrimiento. La banda sonora hecha de numero no cambia el tono al igual que su vida, una sucesión de fotos en un escaparate de Viajes Halcón. Ya no existe la risa ni los sueños, solo la rutina de volver cada día al mostrador donde piden el carné y saben su edad. Uñas postizas pintadas de sangre repiquetean en la mesa esperando junto al mechero un nuevo juego de cifras a las que tachar con absoluta maldad. No queda mucho más de pasión en la Gran Dama. Los amantes han cambiado, ahora son de celulosa, pero los trata con el mismo desprecio. Los amantes ya no vienen solos, los tiene que pagar. Línea. En cambio la flacidez llegó un día para no dejarla nunca, un invitado no muy bien recibido. Arruga un poco el labio superior donde vuelve a necesitar colágeno antes de encender otro cigarro y con voz cavernosa pide un whisky con hielo, tiene ceniza en su conjunto de tigre albino, dentro y fuera de él. El mundo es perfecto para la Gran Dama, qué más puede pedir a la vida. Qué más puede pedir. Bingo
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