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Una buena poesía. En centímetros

viernes, 27 de mayo de 2011

Porno

 Esas chicas me llaman mucho la atención. Siempre me ha cabreado mucho la manera de moverse de las actrices porno, cuando ves cierta cantidad de pornografía, es decir, a diario; llegas a mirar de manera, digamos, profesional. La excitación queda en segundo plano y te dedicas a descubrir gestos realmente exagerados. El porno es útil como herramienta para masturbarte, pero cuando eres consumidor habitual empiezas a querer algo de autenticidad. Ahora estoy viendo a una chica hablando en inglés, parece una chica normal, no es la típica estrella del porno. No entiendo lo que dice pero me gusta que esté hablando, me gusta porque sé que dentro de poco pasará a la acción, pero no veo nada malo en que hable. Me gusta el porno con máquinas. Cuando empiezan, muchas chicas hablan, algunas parecen gente corriente, estudiantes o camareras, otras parecen lo que son: profesionales del sexo. El caso es que cuando comienzan a utilizar las máquinas, los aparatos, todas usan las típicas poses, las típicas caras y las típicas caricias para poner cachondo al personal. Ya sabéis, para que pensemos que ellas están también muy cachondas. Falsedad que el consumidor habitual sabe reconocer enseguida. Ahora está tumbada en una cama y se introduce en el coño un pene hecho con algún material plástico, tal vez sea de látex o quizá algún tipo de espuma. El caso es que la chica tiene esa polla artificial en el coño y de su base sale una vara metálica que va a parar a una especie de mecanismo. La función de este mecanismo es la de hacer que el pene hecho de látex o quizá de algún tipo de espuma se mueva hacia delante y hacia detrás como haría cualquier polla decente. La chica en principio sigue con el juego de: “dios que cachonda estoy” pero nosotros (los consumidores habituales de pornografía) no nos dejamos engañar. Ella se esfuerza en parecer lo más sexy posible sin descuidar ningún detalle de su estudiada pose mientras la polla sintética va cogiendo cada vez más velocidad. La chica comienza a gemir. Los gemidos son aprendidos, un consumidor habitual sabe eso. La polla ahora está haciendo un trabajo realmente potente y se empiezan a ver cosas que no están dentro del guión. La chica intenta controlarse, sentirse que lleva las riendas, que es una profesional y que aguanta como cuando una polla humana la está follando. Pero esta polla no es humana y su velocidad no hay polla humana capaz de igualarla y la chica empieza a gritar de placer y su cara ya no es la típica cara de : “Dios que cachonda estoy” sino que es una pura contorsión que nos lleva a pensar que realmente está a punto de correrse y que en realidad se corre y como la polla (que no es humana porque ninguna polla humana puede ser tan insensible y tan constante en su follar) no responde a sus súplicas se corre otra vez y otra y otra. Ahora es cuando la chica está realmente desnuda, a cada orgasmo más desnuda, ahora es cuando la profesional del negocio para adultos se deja su mono de trabajo, es decir, su desnudez, olvidada y es solamente una chica más corriéndose de manera múltiple. Cosa que un consumidor habitual de pornografía sabe apreciar. La chica deja de correrse cuando el pene sintético sale de su coño de forma accidental. Ahora la chica no puede controlar sus emociones; ríe, tiembla un poco, bosteza, siente vergüenza. La chica siente vergüenza de que la vean desnuda, realmente desnuda, sinceramente desnuda. Un orgasmo múltiple no miente. Incluso esta belleza sureña cincelada por unas manos cirujanas para ganar concursos de belleza, parece tan real como tu vecina cuando se masturba al otro lado del patio de vecinos. Un coño no miente cuando se convierte en multiorgásmico, eso un consumidor habitual de pornografía lo sabe apreciar.
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