Tengo un pequeño paraíso donde los días caminan sedados por las paredes y donde mis abogados no permiten pasar al sol. Entre sombras y bolas de papel plata crece mi barba como la hierba en primavera, debo parecerme a Adán, supongo. Mi árbol de la ciencia hace semanas que se secó y Eva ya nunca llama. De las bestias sólo quedan cucarachas, moscas y mosquitos. Suficiente para mí. De vez en cuando busco el móvil de Dios para asustar a los demonios con sus benditos gramos. Sólo escucha cuando hay dinero, de nada sirven mis plegarias y creo que le importa muy poco si voy al cielo o al infierno. Mi paraíso es salvaje y todo brota en sus rincones, tiene vida propia, tiene todo mi amor. Y cuando inhalo los frutos que los ángeles me traen en motocicletas trucadas, tiene todos los colores y huele a tierra mojada en verano. Es maravilloso mi paraíso y es especial. Hay días no muy buenos, en los que no tengo querubines que vender entonces grito a mi padre que se apiade de mi alma. No suele ser muy clemente, simplemente hace una llamada y me manda a alguien vestido de negro con el que debo ser amable. Después de un rato se larga habiendo esparcido su albina y pegajosa fe sobre mi cuerpo. No hay problema, es el alquiler que debo pagar para que mi Edén sea tan mío como siempre.
Me has recordado al iracundo Hubert Selby Jr.
ResponderEliminarNo he leído nada suyo, sólo he visto la peli de Requiem por un Sueño. Un saludo y gracias por pasar.
ResponderEliminarEs maravilloso mi paraíso y es especial. No hay otro paraiso que el tuyo, que el mio. Buen principio. Besos.
ResponderEliminarBuen relato. Esto de buscar el movil de Dios es muy intertesante, arduo difícil, pues debe ser de prefijo 800, con llamada cara, los hay que no contestan si no hay dinero de por medio.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Te doy la bienvenida como seguidor de mi blog, veo que coincidimos en lo de la vulgaridad y el materialismo, dos grandes categorias que nos llevan al paraiso de las lechuzas perdidas.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó