Primavera de ciudad

La ciudad se hace  ladrillo rojo arruinado,  descampado y  hotel de lujo. Con sus corbatas por el suelo y sus putas caras y sus sótanos llenos de ropa blanca. La ciudad, la noche se hace luz de televisor a través de la ventana del primero y el coche camina haciendo un corte preciso por avenidas en primavera y la ciudad se transforma en cara triste de niña que ya pasa de ser niña mientras mastica su hamburguesa y un chico le mete mano por debajo de la mesa y le promete amor eterno, aunque en realidad le han dicho que la nena la chupa. Y ella sigue triste un segundo más  y después muere, justo cuando la luz se vuelve verde. La ciudad se hace yonqui, se viste de zorra y discoteca y nos sigue mostrando las entrañas mientras se mantiene en forma, mientras una chica con mochila y gorra vomita en un árbol, mientras un chico que la ama, torpemente le sujeta la cabeza y alguna canción suena en este utensilio metálico que disecciona a través del asfalto mojado. Pero huele tan bien y  el rap de los coches suena tan bien y ella besa tan bien que la ciudad se hace parque y se hace río y calles estrechas pintadas de flamenco y los ojos de la locura buscando en un contenedor  desde donde se ve un restaurante fino,  donde se brinda y se ríe pero los ojos no miran, no miran porque ya no pueden llorar. Esta noche huele tan bien la ciudad que dan ganas de vivir allí, huele tan bien y ella besa tan bien que dan ganas de escapar de todo y amarla siempre en la ciudad.