Habito tu cuerpo como un inquilino que quisiera ser perenne, el más hogareño. Lo emborrono como un mal pintor de brocha gorda y hago brillar sus elipses. Abre sus puertas de bisagras engrasadas a mi evidente alegría y me canta incorrectas respiraciones cuando me hago huésped entre dos rodillas. Y yo totalmente vivo, fricciono por sus paredes hasta prender un fuego atronador terminado en humedad. Vivo de morir en el interior de la mazmorra que me arrendas. Vivo y vivo más por querer cumplir condena, por querer pagar condena.
Hogar, salado hogar. Con gusto abonaré la cuenta de este acogedor rincón, las noches que me arrastre hasta tu puerta para pedirte las llaves y aunque no tenga techo y el suelo recale, aunque sea consciente de que no es de mi propiedad, con gusto pagaré el alquiler sabiendo como sé que no habrá clemencia al cobrar, sabiendo como sé que un retraso es el final.
... sin piedad! no hay que descuidarse, que la fatalidad acecha en los manglares.
ResponderEliminar(francamente bueno)
La piedad es cosa de monjas,ja,ja
EliminarGracias
Pensaré en prostituirme si quien me habita es un poeta.
ResponderEliminarje,je. Seguro que hay mucho poeta dispuesto a atender tu proposición.
EliminarBesos
En cualquier caso, alquileres, no viviendas en propiedad. Buena metáfora, esgarracolchas
EliminarUn buen huesped entre dos rodillas, seguro hace engrasar cualquier puerta de bisagras...
ResponderEliminarImaginación al límite.
saludos
Alquiler del cuerpo y del alma ..... interesante idea... me gusta sentir que también estoy siendo alquilado.... Michel
ResponderEliminarwww.micheldeb.tk
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