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Una buena poesía. En centímetros

lunes, 29 de noviembre de 2010

Alzheimer

Alzheimer


Vivir del recuerdo sin recordar



El recuerdo anterior al recuerdo es lo único que sabes

Historias de cómo acabó la guerra

¿Quién será esta gente?

Dicen que me conocen

Que son mi familia, dicen

Estás tonta, creo que me dicen

Y yo pienso. “Si, estoy tonta pero sigo estando”

Por la noche acuestan mi cuerpo no sé si con hambre, no sé si con sueño

Por la mañana abro puertas sin saber que encontraré

Y de nuevo gente que me suena

Pero que ya no conozco satisface mis necesidades básicas

Entonces en mitad de algún día del cual ignoro su nombre

Alguien pronuncia una palabra y aparece en mi nevada cabeza

Una vieja historia de cuando la guerra acabó

En ese momento ya no estoy perdida

Ya no dudo

Ya no estoy asustada ni confusa

Me gusta esa historia, aunque no parezca sorprender a nadie

Nadie sonríe

Y de nuevo vuelven las sombras y las dudas a mi lado

¿Eres mi marido?

No suelo acertar

Soy tan mayor que quizá haya olvidado como despertar de los sueños









Lo mejor es empezar por el principio, un tío de principios. Los odio.

En fin, Alzheimer nació dentro de un avión. Esos trastos en los que te tienen atado durante, digamos, hora y media en este caso y en los que la imaginación intenta esquivar el hecho de que estás a nosecuantosmilmetros de altura con un posible esquizofrénico a los mandos. Sigamos; este poema está dedicado a mi abuela paterna.

Un día íbamos en el coche y me dijo: “Dicen que estoy tonta porque no me acuerdo de las cosas pero tengo 85 años, ya es bastante si estoy”.

Esta frase se me quedó clavada como un cristal debajo de la piel y salió en aquel trayecto aéreo.



“El recuerdo anterior al recuerdo”- Con este verso quiero reflejar como las personas que padecen esta enfermedad no recuerdan cosas a corto plazo, pero si datos antiguos que repiten y repiten. En el caso de la madre de mi padre es una historia del día que la guerra acabó y un piano que les fue robado.



Muchas veces cuando la miro intento saber en qué tinieblas se haya su cerebro. En Alzheimer trato de reproducir un posible momento de lucidez dentro de sus sombras, un momento que no puede ser del todo claro.



También quiero dejar traslucir como influye este tipo de degeneración del individuo en los que lo rodeamos (Me gusta esa historia, aunque no parezca sorprender a nadie /Nadie sonríe) y en cómo les afectan a ellos nuestras reacciones. Sin darnos cuenta, poco a poco vamos desnudando a la persona de su capacidad humana pensando que ya no es consciente de lo que ocurre a su alrededor. Es una dura prueba para todo el que esté implicado. Una de las más duras.

El último verso (Soy tan mayor que quizá haya olvidado como despertar de los sueños) viene a resumir lo que yo creo que deben sentir este tipo de enfermos. Yo lo imagino como ese momento en que despiertas a media noche y no sabes si estás dormido o despierto, o como cuando te emborrachas y después no sabes si realmente hiciste algo o lo has soñado. Algo así como perpetuar esos momentos de claroscuro donde la confusión es la sensación reina y donde nos sentimos realmente indefensos. No hace mucho (bastante después de haber escrito el texto) encontré a mi abuela deambulando por la casa en penumbra. Se acababa de levantar de la siesta y me preguntó si yo era real o si todavía dormía. Volver a afrontar el mundo con la ignorancia de un niño, ser el habitante de tus propios sueños; esa es la sensación que me produjo este encuentro.

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