en coches viejos,
hermosamente borrachos.
Volamos
de cielo en cielo
y nos hicimos amigos
de todos los demonios,
que al final no eran tan malos.
Cantamos salmos
grabados en cintas TDK
y vomitamos por la ventanilla
por no dejar de huir,
por no perder segundos
Fuimos ángeles
a toda velocidad,
con toda disciplina
cerramos cientos de bares
en nombre del creador.
Lo peor que nos pudo pasar
fue sobrevivir
y ver que nuestras alas
se iban quedando sin plumas,
que nuestras túnicas
pasaban de moda
y que nuestros cuerpos
sufrían estragos.
Fuimos ángeles
y ahora somos casi obispos,
obesos,
calvos
y repitiendo siempre
los mismos sermones.
Sermones de cuando fuimos
seres hermosos y ebrios.
Estupendos ejemplares
de pureza adolescente,
bestias luminosas de diversión.
Ahora grises,
Apagados
y cansados
sacamos adelante nuestras vidas
a ras de suelo,
pero jamás olvidamos
los días de alas
y velocidad.
Los días en que creíamos
que esto no pasaría.
A nosotros
NO