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Una buena poesía. En centímetros

viernes, 23 de septiembre de 2011

Tiopental sódico, bromuro de pancuronio y cloruro potásico

¿Quién es Troy Davis? Bien, ya lo sabemos. Lo sabemos porque nos lo han dicho todos los periódicos y todas las televisiones. ¿Quién es Troy Davis? Troy Davis es el negro que se han cargado en EEUU, los EEUU. En Georgia para más datos. ¿Y por qué sabemos quién es el bueno de Troy? Bien aquí hay algo más de tomate. Troy (dicen) mató a un policía (y nos enseñan la foto del poli) hace 20 años y por eso le han aplicado pena capital. El policía en la foto parecía un buen americano blanco con su bigotito y todo, tiene cierto parecido con Nicholas Cage, el cual encarna estupendamente al ciudadano medio formal, amigo de sus vecinos y trabajador. Troy es negro, pero al parecer no ha matado a nadie. Troy es minoría étnica y dicen que ha matado a uno de la mayoría y por eso hay mucha gente intentando salvarlo, además no quiso nada especial para cenar, además no quiso ningún tipo de droga que no fuese letal (de esas que te hacen agonizar de forma más humana), además sus últimas palabras fueron: “yo no he matado a su hijo, ni a su padre, ni a su hermano”. Estas  palabras iban dirigidas a los familiares de la víctima que estaban en primera fila. Esto es lo que sabemos, lo que no sabemos es si era o no era culpable, pero al terminar la noticia nuestra impresión es: Han matado a un negro en EEUU que era inocente. Buen trabajo.



Otra historia


¿Quién es Lawrence Russell Brewer? No sabemos quién es Lawrence. No lo sabemos porque apenas ha sido la coletilla de la noticia acerca de Troy en algún noticiario. Así como con desgana. ¿Por qué no sabemos quién es Lawrence? Porque este chico era un blanco cabrón y racista, con cara malo, no como el bueno de Troy, que tenía rostro de buen chico. El malo de Lawrence mató a un afroamericano (minoría étnica) arrastrándolo con su camioneta y por eso fue condenado a la silla eléctrica. Nadie se ha acordado de Lawrence, no ha habido movilizaciones en la puerta de la cárcel, al menos no han salido en la tele, ni nadie sabe si cenó o si se arrepintió o si dijo algo dramáticamente aceptable. Se supone que no hubo nada de eso porque si hubiese existido una historia humana detrás, todos conoceríamos al bueno (malo) de Lawrence. Además le ha tocado Texas, que al parecer es donde se ajusticia más y mejor de todos los EEUU. Acaba la semi-noticia y nos imaginamos al señor Russell y a sus colegas vistiendo gorras de camionero sobre su pelo grasiento, riendo y bebiendo cerveza, mientras arrastran con su camioneta (esas camionetas que tienen los yanquis) al negro de turno. Buen trabajo.


La primera noticia, lo tiene todo. Un tema peliagudo, una posible víctima (con cara de no haber roto un plato en su vida) ejecutada, un miembro de un grupo social marginado y prejuzgado, algo de fibra sensible con las últimas palabras. En fin, una gran historia que posiblemente ya esté en algún despacho de Hollywood.


La segunda noticia no tiene nada, si acaso, la relación con la anterior y la cual hubiese pasado desapercibida si la primera no hubiese existido.


Y después de todo esto yo me pregunto: Qué es lo importante, por qué nos informan o nos dejan de informar, qué es lo que hace que lleguen a nuestros oídos las noticias y quién elije lo que debemos saber y lo que no.


Bajo mi punto de vista es la misma aberración tanto la muerte de Troy Davis como la de Lawrence Russell. El fondo es que la pena de muerte es una locura y todavía más en un país que va dando lecciones gratuitas de democracia al resto del mundo.


Pero por supuesto eso no es lo importante, lo único importante es la venta. La verdad y la razón también cotizan en los mercados.



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