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Una buena poesía. En centímetros

jueves, 29 de diciembre de 2011

Jennifer Lawrence

Quiero despedir el año con la señorita Jennifer Lawrence.
La descubrí en Winter´s Bone y me pareció estupenda.
Espero que tengais todos un gran 2012, lleno de orgasmos y también espero que alguno sea compartido.
Gracias por leer. 

martes, 27 de diciembre de 2011

En un mundo de hombres



Una pareja está flirteando dentro de un patio de palacio. Él viste uniforme, ella un vestido de fiesta y se les ve enamorados. No son exactamente jóvenes, pero lo parecen por sus juegos. Ríen, se tocan, se besan, ríen de nuevo. En cierto momento aparece junto a ellos otro tipo con uniforme, nadie sabe cuanto tiempo lleva observándolos. El uniforme de éste y sus medallas denotan un rango superior o muy superior. Parece ebrio y divertido. El hombre saluda algo avergonzado y la mujer también hace lo propio. El uniforme superior le quita hierro al asunto, invita a relajarse, a acercar posturas y rangos. Poco a poco todos vuelven a reír como amigos. Se están divirtiendo. Pasan unos buenos minutos juntos en los que el hombre de uniforme inferior y su bella mujer se sienten afortunados por compartir éste tiempo y fantasean con el momento en que contarán a todos sus conocidos el encuentro. Llega un momento en el que se paran las risas, sólo queda la voz del uniforme superior ( un poco desvencijado por el alcohol) esa voz está proponiendo ciertas cosas, a la vez, que deja claro que no es una proposición sino que está ejerciendo el poder que le dan las medallas que cuelgan de su cuerpo. La mujer balbucea, el uniforme inferior baja la cabeza. La voz de las medallas se hace atronadora y ella da un respingo mientras él, el inferior se cuadra ante su superior. Otra voz y ella comienza a subirse el vestido mientras el superior se masajea la polla dentro del pantalón planchado a raya. Cuando todo está a punto la penetra. Ella está algo húmeda por los juegos anteriores con su marido y no es del todo desagradable. El inferior tiene la mirada fija en un punto de la pared, donde enfoca toda su determinación, donde acaba de construir un universo paralelo, igual que hace el avestruz para intentar olvidarse del mundo. Ella, sin embargo, lo mira con un coctel de sentimientos que hace que su cara oscile en pequeñas mutaciones donde sus rasgos apenas cambian pero que van desde el asco a la vergüenza, pasando por el odio y el remordimiento por ciertas partículas de placer de las que intenta huir. Una vez terminado, el superior se siente bastante bien. Le apetece beber algo y vuelve a mostrarse divertido y jovial. Se aleja en busca de una copa de una manera exenta de ningún tipo de culpa, parece acostumbrado a destrozar vidas y lleva con bastante buena cara esa dura labor. La pareja no se mueve en unos minutos, luego él cae de rodillas y llora, ella empieza a reír de una manera no muy convincente.





La escena se repite, ahora en la casa del inferior. El superior de vez en cuando hace una visita al matrimonio, le gusta revivir la escena y siempre obliga a mirar al marido, siempre suele ser así. Algunas veces lo invita a participar (siempre después de él) se queda mirando como el ser de uniforme inferior que en casa no suele llevar, se folla a su queridísima esposa. A él no le parece del todo mal, ya que desde el primer encuentro, no regentan los votos del matrimonio en sus tareas de cama. Ella por su parte ha conseguido mitigar algunos de los sentimientos que aparecieron la primera vez, en concreto los remordimientos. El acto en sí no le llega a proporcionar, digamos, un placer intenso pero intenta que no sea desagradable y se lubrica cuando ve aparecer todas esas medallas.


El matrimonio tiene un hijo de 13 años. Normalmente no está cuando hay visita, pero en alguna ocasión, ha permanecido en casa mientras todo ocurría. En alguna ocasión, el chico ha visto como un hombre que no era su padre se follaba a su madre. En alguna ocasión, el chico ha visto que el hombre cargado de medallas y que se follaba a su madre lo descubría. En alguna ocasión, el chico ha visto que el hombre le sonreía y le guiñaba un ojo.


Hoy es un día importante para el gran militar y su uniforme parece más castrense y marcial que nunca. Antes de los actos decide pasarse por la casa de su subordinado para relajarse un poco. Todo ocurre como casi siempre, pero esta vez hay un chico.
El chico lleva un arma en las manos.
El hombre de las medallas tiene los pantalones en los tobillos y su polla gotea ligeramente. El arma está apuntando a esa zona. Por primera vez en mucho tiempo siente que no está protegido, tiene miedo y se siente, digámoslo así, humano, vulnerable. Sabe que no están del todo bien las cosas que ha hecho pero también sabe que su posición le permite esos pequeños deslices. No es posible acabar así, qué dirá la gente, qué dirán su mujer y sus hijos.


El padre del chico lo mira suplicando, no abre la boca pero sus ojos están pidiendo a voces que su hijo le dedique una bala. Es la única manera de salir bien parado e inconscientemente se va acercando, con pasitos cortos, a la trayectoria del cañón.


La madre yace en el suelo con dos disparos en el pecho, mientras su hijo; un hijo educado en la sumisión, en las jerarquías y en un mundo de hombres sujeta un arma humeante. En el tambor del revolver faltan dos balas y si se mira de frente parece una especie de guiño, una especie de broma.

”Puta” se escapa de sus labios, de unos labios de ser torcido, lacrado por la educación equivocada, por la educación del culpable, y el culpable sólo puede ser la mujer, la madre que se deja violar, y la vergüenza, la puta vergüenza, la puta vergüenza.


jueves, 22 de diciembre de 2011

El examen


Escucho a papá masturbarse en el cuarto de al lado mientras estudio. Mamá está en la cocina esnifando sin parar. Ahora la escucho hablar por teléfono con esa voz que suele poner, esa voz de máquina de tabaco. Al minuto coge el bolso y sale de casa. El murmullo de actrices porno sigue a lo lejos, como un arroyo en la montaña; como aquella vez que fuimos a la montaña. Llaman y salgo a abrir. Es mamá y un señor, parece ser que olvidó las llaves. El señor sonríe cuando me ve abrir la puerta. Soy como ella pero más joven y más alta. Siento asco; no de mamá, la costumbre supongo, es esa expresión en la cara del tío. Un tipo tan normal que dan ganas de vomitar, con su trabajo en patentes y marcas, su familia de cartón piedra y todo eso que explica un aspecto beige, una vida sepia.



Tema nuevo, ya sólo me quedan cinco y repasar. Alguien llama a mi puerta, es mamá. Me pregunta si quiero ganarme un poco de pasta. Le digo que, de momento, no la necesito. “Tú misma” y se va. Enseguida comienza el numerito en la habitación conyugal, papá también sube el volumen de su ordenador para no escucharla. Él ya solo se acuesta con mamá cuando puede pagar sus servicios y eso no es muy a menudo, por lo que he puesto un cerrojo y una cerradura de seguridad. Papá a veces puede ponerse extremadamente cariñoso y ya no tengo 10 años para aguantar ciertas cosas. Todo son jadeos y gritos, los de mamá en castellano, los de X-tube en inglés. Son esas chicas las que mantienen viva la fe cristiana, con todos sus “oh, my god” y sus “Jesus Christ”, al parecer no hay ateos en el porno. Sonriendo, subo el volumen del ipod y continúo estudiando.


Me hacen una perdida al móvil, me quito el auricular y abro la puerta. Es mamá otra vez, ya no hay gritos, sólo ronquidos amortiguados por un tabique de gotelé. Me alarga uno de 50 y yo le entrego una bolsita. Esto la calmará un rato, espero que no me interrumpan más, si mañana saco un 10 me darán matrícula. Las cosas no pueden ir mejor.



martes, 13 de diciembre de 2011

Camarón y Tomatito


Os voy a hablar de Camarón y Tomatito. No, no son los que pensáis. Camarón era un tipo alto con melena (como no) y nariz de características semitas, el llegó primero, por lo que su hermano tendría que ser Tomatito. Camarón y Tomatito dos estupendos ejemplares procedentes de la tierra Cuenca. Eran especiales eso se veía a la legua, ambos fumaban tabaco negro y bebían vino en las comidas. Hombres, coño. Hombres. De hecho, quitando los Erasmus, eran los únicos que se atrevían con el vino de Pedralba. Pasados unos meses a cada uno de ellos le salió un grupo OH unos centímetros por encima del hombro izquierdo (chiste de ciencias). Eran fantásticos, cuando salían por la noche tenían un objetivo totalmente definido, cristalino diría yo. Follar. Llegaban a un bar y entraban juntos, observaban las características del terreno y trazaban una línea que ninguno de los dos podía cruzar y que dividía el territorio. Eran hermanos y era mejor evitar confrontaciones innecesarias, ya se sabe la familia es la familia. Una vez acotado el bar, procedían a tirarle a todo lo que se pareciera a una mujer. Malentendidos con tipos de pelo largo y fregonas hubo. Mierda, si veían un junco moverse eran capaces de culearlo. Pero no eran estúpidos, comenzaban siempre por las que estaban buenas, también evitaban las que tenían novio (en principio). Conforme transcurría la noche se iba realizando un proceso de selección, es decir, una por una los iban mandando a la mierda. Durante el descarte ellos bebían, no para ser más locuaces o para mitigar su timidez sino para bajar el listón de follabilidad de sus presas, cosa necesaria conforme avanzaba la noche.



No hay mujer fea sino cubalibre de menos
                                                                                                                                      Tomatito


Se tenaz
                        Camarón






En ocasiones (casi todas) ocurría que la caza era infructuosa y cuando uno de los dos era rechazado por su mitad del bar se cruzaban a la de su hermano, cosa no muy honrosa pero entendible. Ellos querían follar, para el amor ya tenían a sus novias. Lo dicho, hombres joder. Cada noche se iban a dormir borrachos como cubas, a veces perdían un zapato, a veces había que tirar la puerta del cuarto de baño porque Camarón se había dormido mientras cagaba. Cómo los echo de menos. Tenían verdadera clase, verlos ahí como leones en la sabana acercándose a su presa, cansineandola, restregando su dignidad por las baldosas húmedas y negruzcas de los bares, con qué estilo se dejaban cruzar la cara cuando querían ir demasiado rápido, como intentaban emborrachar a sus víctimas, como prometían, joder, como prometían y mentían e inventaban y negaban. Enormes.


Sería injusto decir que jamás lo consiguieron. Pero eso ya os lo contaré.


lunes, 12 de diciembre de 2011

viernes, 9 de diciembre de 2011

De dónde


De dónde vienes
con tanta manga ancha
de dónde
de dónde


De donde las madres 
fuman plata
de donde los niños 
beben brandi

De dónde vienes
con las pupilas de par en par
de dónde
de dónde


De donde las raíces
tocan fondo
de donde las monjas
afilan sus guadañas




De dónde vienes
con esos aires de don Juan
de dónde
de dónde


De donde no me quieren
ni ver
de donde el fango
huele a ti


De dónde sales
con la ruina por montura
de dónde
de dónde


De donde pasaste
página
de donde escupí
tu nombre


De dónde me sales
con los pies descalzos
de dónde
de dónde


Del fondo
del río
de una celda
acolchada


De dónde me vienes
con las manos manchadas
de dónde
de dónde


De un nicho
vacío
de mancillar
doce vírgenes


De dónde apareces
con la baba caída
de dónde
de dónde


De donde se esconden
las uñas cortadas
de donde se rizan
tus pesadillas

de donde se encargan
las plagas
de donde se sacia
la fe

de donde aquel día


ME PERDÍ


y donde aquel día


TE PERDÍ


jueves, 1 de diciembre de 2011

Credo

Creo en la gloria mañanera
Creo en el camarero que me pone cerveza sin sonreír
Creo en el dinero
Me creo los sueños…mientras duermo
Creo en no creer
Creo en las llamas de una mirada
Creo en la resaca redentora
Creo en el alma de los espejos
Creo en una hostia a tiempo
Creo en echarle huevos
Creo en salir huyendo
Creo haber pagado errores
Creo ser y no estar
Sé que quiero creer, no sé en qué
Creo en unas siete personas, puede que en seis

No te creo

Creo en unas manos llenas de callos
Creo en la pistola que dibuja mi cabeza cuando todo va mal
No creo en los tipos con principios
Creo en la lascivia que arrastra la serpiente entre la hojarasca

Siempre he creído en nosotros

Creo que todos somos idiotas
Creo que dos minutos malos joden todos los buenos
Creo que sabía lo que, con certeza, ahora sé
Creo no haber dicho toda la verdad
Creo no haber dicho todas mis mentiras
Creo en el miedo y en el miedo al miedo

Sospecho que crees en mí

Creo en los saludos tibios y en las despedidas ardientes
Creo (poco) en la humanidad
Creo que el sexo sólo es bueno en exceso
Creo que alguien secuestró mi alma y la dejó por imposible

Supones que creo en ti

Creo que el odio crea más cosas que el amor
Y creo que el amor es la ausencia de odio
Creo que la realidad se está convirtiendo en un mal barrio
Creo que creyendo se ahorra cerebro
Y creo que quien cree y no termina sabiendo
se le puede llamar feliz


Natalie Portman
Paula Prendes
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