Era un coche con unas cuantas chicas y si hubiese estado sólo, en su historia todas estarían buenísimas; pero como había más gente nos cuenta la verdad. Al final la gorda fue la única que le hizo caso, tanto caso que tuvo el detalle de chupársela mientras esperaban turno. Por hacer tiempo nos cuenta. Todos reímos. Después de los trámites con la policía, la llevó a su piso, en realidad todos fueron a su piso, pero ella era la única chica. El Primo no es un tipo demasiado normal en lo que a gustos sexuales se refiere. A veces tiene “problemas”. Nos dice que en su habitación la desnudó. Ella le dijo que si le gustaba su tatuaje:
- Me gusta mucho tu tigre
- En realidad es un gato, lo que pasa es que he cogido un par de kilos últimamente
Todos reímos.
La chica lleva sandalias y está muy sucia, - tíos, estaba realmente sucia- dice. Él empieza a chuparle los pies, esos pies tan sucios, centrándose bien en cada dedo. Eso es lo que le satisface. El término correcto es ripofilia, pero al Primo no le interesan demasiado este tipo de cosas. Nos explica como le gusta eso, nos explica como baja hasta el coño; un coño verdaderamente apestoso y gordo, dice. El Primo nos explica porqué le gusta comer coños, coños sucios. Dice que mientras lo hace aprovecha para restregar su polla (exactamente su capullo) contra las sábanas y que así consigue una buena erección; ya que, a veces, tiene problemas. Nos cuenta que se la folla y mientras lo hace huele sus sobacos adiposos y totalmente sudados, dice que le pasa la nariz y la lengua por debajo de las tetas, por el culo, por sus negros talones y que se corre -me corrí muy bien-dice.
Ya nadie ríe, nadie habla. En la habitación sólo está la risa floja del Primo mientras recuerda.
El Primo es un tipo delgado, guapo, bien vestido y educado. Un chico al que las madres adoran, madres a las que no les importaría tenerlo como yerno.