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Una buena poesía. En centímetros

jueves, 21 de octubre de 2010

El Primo

El Primo es un tipo educado, delgado, más bien guapo. Tiene estudios universitarios y muchas madres lo invitarían a tomar café a sus casas, seguras de que su cubertería de plata no corre peligro. El Primo nos está contando una historia. Una noche salió de fiesta y lo pararon en un control de alcoholemia. El Primo es delgado, guapo y simpático, sobre todo si está de fiesta. Cuenta que, allí parado en la cola de coches, conoció a unas chicas. “Que si esto que si lo otro…” El Primo es simpático cuando toma cocaína.


Era un coche con unas cuantas chicas y si hubiese estado sólo, en su historia todas estarían buenísimas; pero como había más gente nos cuenta la verdad. Al final la gorda fue la única que le hizo caso, tanto caso que tuvo el detalle de chupársela mientras esperaban turno. Por hacer tiempo nos cuenta. Todos reímos. Después de los trámites con la policía, la llevó a su piso, en realidad todos fueron a su piso, pero ella era la única chica. El Primo no es un tipo demasiado normal en lo que a gustos sexuales se refiere. A veces tiene “problemas”. Nos dice que en su habitación la desnudó. Ella le dijo que si le gustaba su tatuaje:

- Me gusta mucho tu tigre

- En realidad es un gato, lo que pasa es que he cogido un par de kilos últimamente

Todos reímos.

La chica lleva sandalias y está muy sucia, - tíos, estaba realmente sucia- dice. Él empieza a chuparle los pies, esos pies tan sucios, centrándose bien en cada dedo. Eso es lo que le satisface. El término correcto es ripofilia, pero al Primo no le interesan demasiado este tipo de cosas. Nos explica como le gusta eso, nos explica como baja hasta el coño; un coño verdaderamente apestoso y gordo, dice. El Primo nos explica porqué le gusta comer coños, coños sucios. Dice que mientras lo hace aprovecha para restregar su polla (exactamente su capullo) contra las sábanas y que así consigue una buena erección; ya que, a veces, tiene problemas. Nos cuenta que se la folla y mientras lo hace huele sus sobacos adiposos y totalmente sudados, dice que le pasa la nariz y la lengua por debajo de las tetas, por el culo, por sus negros talones y que se corre -me corrí muy bien-dice.

Ya nadie ríe, nadie habla. En la habitación sólo está la risa floja del Primo mientras recuerda.

El Primo es un tipo delgado, guapo, bien vestido y educado. Un chico al que las madres adoran, madres a las que no les importaría tenerlo como yerno.

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lunes, 4 de octubre de 2010

Edén

Tengo un pequeño paraíso donde los días caminan sedados por las paredes y donde mis abogados no permiten pasar  al sol. Entre sombras y bolas de papel plata crece mi barba como la hierba en primavera, debo parecerme a Adán, supongo. Mi árbol de la ciencia hace semanas que se secó y Eva ya nunca llama. De las bestias sólo quedan cucarachas, moscas y mosquitos. Suficiente para mí. De vez en cuando busco el móvil de Dios para asustar a los demonios con sus benditos gramos. Sólo escucha  cuando hay dinero,  de nada sirven mis plegarias y creo que le importa muy poco si voy  al cielo o al infierno. Mi paraíso es  salvaje y todo brota en sus rincones, tiene vida propia, tiene todo mi amor. Y cuando inhalo los frutos que los ángeles me traen en motocicletas trucadas, tiene todos los colores y huele a tierra mojada  en verano. Es maravilloso mi paraíso y es especial. Hay días no muy buenos, en los que no tengo querubines que vender  entonces grito a mi padre que se apiade de mi alma. No suele ser muy clemente, simplemente hace una llamada y me manda a alguien vestido de negro con el que debo ser amable. Después de un rato se larga habiendo esparcido su albina y pegajosa fe sobre mi cuerpo. No hay problema, es el alquiler que debo pagar para que mi Edén sea tan mío como siempre. 
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