No tenía qué decirte y no te dije nada, pero mis ojos se derretían por ti, y tú estabas tan hermosa que las palabras bellas se me atragantaban y me hacían vomitar. Y entonces fuiste tú la que no dijiste nada y me besaste. La verdad es que no me pareció totalmente romántico pero me puso muy cachondo pensar en que te gustaban las cosas raras, porque si era así yo tendría una oportunidad. Pero más tarde me enteré que te morías por el más guapo de la clase y eso no me resultó nada extraño y ya no fue lo mismo. Ya no me ponías tan cachondo, aunque si, algo cachondo.