--------------------------------------------------------------------------------

Una buena poesía. En centímetros

lunes, 26 de septiembre de 2011

30-40


Es difícil crecer en este mundo de juguetitos. Es difícil hacerse adulto. La infancia perdida de otras generaciones deja paso a la adultez perdida. Seguiremos siendo niños hasta la vejez. Sí, hemos cumplido años, hemos tenido hijos, matrimonios, trabajos, nos han vestido con trajes y corbatas y nos han  despedido, pero no hemos crecido. Somos la generación que para follar debía tener novia, somos los treintañeros locos que abarrotan los locales los fines de semana dónde (ahora sí) se puede echar un polvo de una noche con otros treintañeros locos. La generación X ha envejecido, pero no ha crecido. Ya nos lo dijeron. No tuvimos guerras, ni dictadores, ni nada contra lo que luchar, por lo que no nos hizo falta hacernos hombres. Nos hemos dejado arrastrar todo el tiempo como hojas muertas, como bebés en un arroyo. Y qué se puede hacer si  sólo nos interesa la última mierda que ha sacado Apple o la última consola. Tenemos dos caras, como los niños cabrones y buscamos dobles vidas en Internet, porque lo hemos tenido todo pero los malcriados siempre quieren más, nunca son felices. La felicidad de nuestros padres era una cosa, la nuestra otra muy diferente pero les hicimos caso y anduvimos por el mismo camino y después todo terminó derrumbándose. Porque somos egoístas y queremos más, queremos salir y tomar copas y coca y queremos ligar y nos matamos en los gimnasios para estar buenísimos y hacer todo lo que no hicimos cuando estaba escrito hacerlo. O quizá sí lo hicimos y recordamos que fuimos felices y por eso volvemos a repetir. No somos felices, no sabemos ser felices, no nos lo enseñaron. Lo único que nos han enseñado es que un refresco no es un refresco, es la chispa de la vida; que un coche no es un coche, es que mi coche es mejor que el tuyo y por lo tanto yo soy mejor que tú; que una colonia no es algo que huele bien, es algo que hace que todas las chicas quieran follar contigo; que hay que matarse de hambre o comer broza si quieres que los tíos te miren por la calle. Que es imprescindible que los tíos te miren por la calle. No, no sabemos ser felices. Hemos olvidado los malos ratos de los veinte o quizá éramos felices porque teníamos veinte, sólo por eso. Somos responsables, hacemos lo que se nos pide, educamos, trabajamos, pagamos, nos endeudamos. La generación X ha envejecido mal, como toda buena generación. Nos quedamos a las puertas de internet, nosotros abrimos esas puertas, nosotros inventamos el botellón, nosotros sufrimos la ruta del bakalao y el puto “indy”, nosotros dejamos de dormir. Nosotros creímos que eso era importante, supongo que todas las generaciones deben tener chorradas de las que presumir, historias que contar. Ahora estamos en un siglo diferente la X fue la bisagra y la puerta se abrió. Ahora estamos en los bares y vestimos camisetas y vaqueros y nos creemos tan jóvenes como antes, pero nuestras camisetas están muy vistas y los chicos con granos nos miran como viejos anacrónicos, cosa que en realidad somos. Se nos ve el plumero y el mundo gira y gira y se revuelca en crisis y nos da las bofetadas que no nos dieron nuestros padres y que tampoco hemos dado a nuestros hijos. Las aguas de la abundancia han bajado y se espanta nuestra bisoñez. No está el horno para bollos, las tonterías se han acabado y es fácil que esté sobre nuestros hombros la responsabilidad de arrastrar a nuestros hijos y hermanos pequeños fuera del barro. Algo está cambiando, esperemos haber crecido lo suficiente para el momento clave porque mamá ya no estará para salvarnos. Esta vez no. 
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...