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Una buena poesía. En centímetros

martes, 31 de enero de 2012

En dirección contraria


En el camino otra vez, la voz de Howe Gelb tiene la culpa de este día. Me alejo y cada centímetro de asfalto es una piedra más en el saco al cruzar el río. Cada minuto, otro canto en mi zurrón.



La primera vez que escuché su voz fue en verano, uno cualquiera. Mis ojos encharcados no podían dejar de mirar ese escenario en la playa y ese coro de negras cantando como si Dios estuviese entre el público, aguanté el tipo hasta que me desintegré. Cuando recompuse todas mis partículas de nuevo en la pantalla había un programa de cocina, pero en mi cabeza estaba el nombre del tipo del sombrero de paja. Tiempo después fui a una ciudad y encontré a una chica, en realidad; era la chica. En el periódico ponía que esa noche actuaba el bueno de Howe, pero yo preferí quedarme con ella.


Ahora estoy en la misma carretera alejándome como aquella vez y como aquella vez, las canciones tienen la culpa, la voz gris tiene la culpa y las guitarras flamencas tienen la culpa.


Me enteré de que aquella noche en Córdoba, cuando acabó el concierto este americano terminó en una casa tocando con unos gitanos. El tipo no podía tocar tan rápido como ellos pero se hicieron amigos, se hizo amigo de un tal Raimundo Amador. Aquella fue una noche mágica en varios puntos de la ciudad. De aquella noche nació la idea de este disco que hoy ayuda a hacer migajas mi corazón. No tiene la culpa, pero ayuda. Las canciones siempre ayudan cuando conduces en dirección contraria a lo que más quieres.



miércoles, 18 de enero de 2012

En ascuas

Y al acercarnos para los dos besos reglamentarios se escuchó un ruido parecido a una cerilla acariciando un raspador, o un cuchillo resbalando por un afilador, o quizá una pistola amartillándose. Ruidos con significado, ruidos que dicen cosas, no necesariamente  buenas. En esos dos segundos también se vieron y oyeron llamas. Como un bosque crepitando rabioso . Los dos lo oímos y procuramos no mezclarnos demasiado durante el resto de la noche, lo necesario del protocolo, lo necesario para darnos cuenta de que dejamos atrás, hace mucho ya, todo lo que pasamos. Y que todo está, cuando menos, perdonado. El silencio entre ambos dejó arder unos cuantos árboles lejanos, lo suficientemente lejanos.

martes, 10 de enero de 2012

Costumbrismo

Unos niños corren, por aquí y por allá. Son del barrio, lo sé porque saludan a un joven con el que casi tropiezan. El tipo lleva un trozo de papel de plata de considerable tamaño y se le ve feliz.



¡Eh, chavales! ¿Dónde vais, a buscar novia?-Dice divertido.


Las parejas de turistas se aman al sol en plazuelas y me siento afortunado por haber podido observar esa escena, esa simbiosis tan gamberra donde la vida atronadora y la destrucción casi se han rozado y han interactuado con total naturalidad. Así es; natural, sin drama y con la luz del mediodía otoñal haciendo que las chaquetas cuelguen de los hombros.


Hoy es un día soleado en el Albaicín y todo parece correcto, todo simplemente discurre, como las carreras de los niños y brilla como el papel de plata antes de ser quemado.


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