El mar siempre estuvo ahí, desde el principio, y será el maestro de ceremonias de su fundido en negro. Se acerca a la orilla a lamerle los pies y lo mira con ojos salados.
“Te conozco” le escribe con el ruido de las olas.
“Llevo toda la vida observándote y por eso afirmo que eres el tipo más estúpido que he conocido”.
No es demasiado sutil, pero los viejos amigos no necesitan serlo y aunque muchos envidian el palmarés del estúpido, llega al final roto e infeliz. El mar lo sabe, el mar se lo dijo.