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Una buena poesía. En centímetros

jueves, 9 de diciembre de 2010

Hombres

Las flores que crecen en todos los tugurios del mundo. Viven a oscuras y rodeados de líquido que los alimenta, como antes de salir del coño de su madre.





Hombres con rostro de piedra en el bar

Serios, agrietados

Bebiendo en el bar

Hombres con rostro de pirita

Con voz de acantilado

Beben sin reír

Casi sin hablar

Hombres puros, rígidos

Hombres de andares disimulativos

Tablones de madera por piernas en su retirada

Creen que nadie lo nota

Hombres que miran cuando la luz profana la puerta

Escudriñan los rayos de sol y vuelven a sus vasos

Hombres firmes

A cada trago más firmes



Hombres sabios

Hombres de mundo

Que no han ido más allá de su rincón

Llenan sus copas y opinan

Siempre opinan



Un hombre sin sonrisa detrás de la barra

Su corazón es de hierro

Su arma un trapo en el hombro

Su fusil

Su mirada no es amable

Tampoco su voz

Su discurso: “qué te pongo”

Si puede evitarlo lo hará



Nunca es del todo de día dentro del bar

Tampoco es del todo de noche

El lugar perdido entre la realidad y algún sueño olvidado

En los abisales de charcos espirituosos

Una trinchera de evasión

Su infierno líquido

Un paréntesis en la vida que hace mucho que se abrió

Y aún no se ha cerrado

Una herida que alimentar

Una llama eterna

Fuera: Todo lo demás

Dentro: El mundo entero



Vamos con “Hombres”. Un día estaba en un bar desayunando cuando de repente se escucho un golpe. Levanté la vista y vi una figura algo humana intentando levantarse del suelo. Se había caído del taburete y tenía la mirada como los peces del mercado. Era un parroquiano al que había visto muchas veces en la barra de aquel bar. Delgado, rostro arcilloso y un tercio en la mano. –Pero si sólo me he bebido un par de vasos de vino- dijo al aire. Lo levantamos entre dos y lo llevamos a su casa mientras intentaba decirnos que lo dejáramos tranquilo. Era la segunda vez que se caía en una semana. Lo dejamos en la puerta y el dueño del coche me acercó al trabajo. Más tarde me contó que cuando llegó de nuevo al bar ya estaba nuestro “Hombre” en su puesto.
Esta anécdota es la que me llevó a fabricar el poema en cuestión. Y sé de lo que hablo, ya que en ocasiones se me ha llegado a confundir con la decoración de algún local.
Al final todo reside en encontrar un sitio donde estar a gusto. Algunos tienen un hogar, otros un bar. Algunos tienen el deporte (maldigo), internet, otros las casas de putas, las partidas de cartas o un coche a toda velocidad en sentido contrario. En el fondo todo radica en encontrar un lugar donde sentirse arropado o respetado.

“Fuera: Todo lo demás”
“Dentro: El mundo entero”


Como dice la canción “La gente en la tasca parece más buena…”

Safe Creative #1107120029344

3 comentarios:

  1. Los bares son tristes en muchos aspectos, pero están llenos de historias. He disfrutado leyendo esta entrada, felicidades.

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  2. ...los bares son como iglesias...la gente va...escuxa y brinda el o los "sermones" y hace su pequeña constribucion al espacio bohemio...nos gustan los bares la raza entera se reune en ellos


    saludos desde la putamadre

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  3. Esgarra, real como la vida misma! y muy "tuyo"! me encanta leerte! un abrazo ML

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