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Una buena poesía. En centímetros

jueves, 7 de marzo de 2013

Algo bueno




ESPERANDO A LA MUERTE
A veces no sé adónde me lleva
esta sucia carretera,
a veces no soy capaz
de verle sentido alguno…
Imagino que seguir apostando,
empinando el codo y dando rulos por ahí,
es más fácil que limitarme a esperar
que la muerte me alcance.

Amigos míos, hace tiempo tuve una madre,
tuve incluso un padre…
Una vez, él la golpeó con el cinturón porque ella lloraba;
ella le pidió que se ocupara de mí
y después se fue, se marchó camino de Tenesee…
Para ella fue más fácil hacer eso
que limitarse a esperar que la muerte la alcanzara.

Pasó el tiempo, me hice mayor,
y un día, en un bar de Tuscaloosa,
me topé con una chavala que me engañó con astucia
y me lo quitó todo…
Yo intenté calmar el dolor,
pillé algo de vino, salté a bordo de un tren…
Supongo que aquello me pareció más fácil
que limitarme a esperar que la muerte me alcanzara.

Otra vez un amigo me dijo
que sabía dónde conseguir algo de dinero fácil;
le dimos el palo a un tipo y salimos de allí volando…
Pero la pasma cayó sobre mí
y me llevó de vuelta a Muskogee.
Durante dos años no hecho otra cosa que esperar,
que esperar sentado a que la muerte me alcanzara.

Pero ya he salido de la cárcel,
y por fin he dado con un amigo;
él no bebe, ni roba, ni engaña, ni miente…
Su nombre es Codeína
y es lo mejor que he visto jamás.
Los dos juntos vamos a esperar,
juntos vamos a sentarnos a esperar
que la muerte nos alcance.


Anatomía de chapa







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